Las «callosidades» o «carnosidades» de la uretra era un término empleado en el siglo XVI para referirse a las estrecheces de este conducto urinario causadas por aquel entonces por las uretritis crónicas gonocócicas o «blenorragias».
Su tratamiento mediante dilataciones periódicas era lo que único que podía ofrecerse hace 500 años a un paciente con una callosidad en la uretra que impedía que vaciara de forma completa su vejiga urinaria causándole una retención urinaria crónica y una lenta intoxicación por uremia que conducía a su fallecimiento.
Hoy en día los pacientes con estenosis de uretra no deben continuar siendo «manejados» (triste palabra en boca de un urólogo), mediante unos ancestrales procedimientos como son las dilataciones y los cortes internos que aunque hayan sustituido las bujías de cera por sondas de silicona y los instrumentos de corte frío por fibras de láser, no tienen ninguna expectativa de curación de esta enfermedad uretral que cursa sustituyendo el tejido elástico normal y sano por uno de tipo cicatrizal y enfermo.
La repetición de ambos métodos, tan antiguos como tradicionales en la especialidad de Urología, lo único que conseguirán será maltratar y empeorar tanto al paciente como a su estenosis que terminará por transformarse en un tejido muy fibrótico casi infranqueable, es decir, en una callosidad en la uretra.
La cirugía reconstructiva de la uretra empleado diversas técnicas de uretroplastia y realizada siempre por un urólogo con criterio, experiencia y responsabilidad es la oportunidad que tiene el paciente para ser curado de su estrechez uretral por compleja que esta sea y por tiempo de evolución que lleve.

– Uretrografía retrógrada en un paciente de 55 años de edad diagnosticado de liquen esclero-atrófico genital: se observa una estenosis filiforme de toda la uretra peneana.